sábado, 19 de julio de 2014

Servicio tecnico Samsung


Desde mi zanja no puedo ver mucho más allá que el montón de escombros de esta obra.
Desde aquí abajo el unico ángulo de visión que me queda es el que me muestra el cielo. Y de allí me llega la información que más me interesa en ese momento: si lloverá y me mojaré y tendré barro entre mis botas; si hará frío y me dolerán los dedos al usar las herramientas; o si el sol hará que sude más de lo que provocaría mi trabajo y el viento hará que el polvo busque mis ojos.
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Mi zanja está cerca de la costa y cuando puedo salir de ella me gusta mirar hacia el mar. Allá, a lo lejos, parece asomar un islote al que parece que nunca se acerca nadie. A veces pienso si no estaría mejor allí. No sé si compensaría la falta de comodidades el hecho de vivir con otro ritmo y sin tantos problemas como los que nos inventamos por aquí.

Es que en la obra siempre hay alguna excavadora con la radio puesta y que nos cuenta las cosas que pasan en los pisos altos, mucho más arriba de nuestra zanja. Siempre están hablando aquellas personas de traje y corbata, de buenos sueldos y ningún callo en las manos que, curiosamente deciden todo acerca de nuestro trabajo, de nuestras casas, de nuestra educación, de nuestras familias...
Está bien eso; que la gente que tenga estudios decida lo que debemos hacer los demás, para eso han estudiado,no? Pero a veces creo que toman unas decisiones de lo más absurdo y creo tener una idea de porqué lo hacen. Nunca los veo por aquí. Nunca nos vienen a preguntar si de lo que discuten nos interesa algo. Nunca nos preguntan si lo que nos interesa de verdad merece la pena que lo discutan. Se crean problemas entre ellos, que pagamos nosotros, para decirnos quién es el que está dispuesto a quitarnos menos dinero para hacerse publicidad.
Por eso se me ha ocurrido abrir este blog, para soltar mis ingenuos comentarios al aire, con la absurda idea de que entre todos pudiéramos construír un ambiente que se pareciera a aquella isla que veo a lo lejos.
Ya he pensado en la posibilidad de ir a nado hasta allí pero es muy dificil. Siempre nos gusta ir con el bolsillo repleto de monedas y cuanto más civilizados estamos más plomo tenemos en la cabeza, y así es muy dificil nadar.

miércoles, 16 de julio de 2014

Las Cocinas terrassa

Me quede estupefacto, sin palabras, nada podía salir de mi garganta. ¿Era un fantasma quién conmigo hablaba? Siempre había oido decir que hay fantasmas en la Alhambra, y que todas las noches, sobre todo aquellas en que la luna parece estallar en el cielo, de pura luz, dejan con sus visitas las huellas de su presencia, pero tan ínfimas son, que resultan imposible de reconocer. El viajante que asoma a la Alhambra de Granada, las intuye, las siente llegar, pero al final, no ve nada, y sin embargo, todo, absolutamente todo, siente que en realidad está ahí, incólume…


Cuando quise reaccionar ya era tarde, aquel anciano de barba blanca como la nieve, había desaparecido de mi vista sin dejar rastro alguno…
Y allí, entre el ruido de la fina brisa y de los árboles susurrantes, pregunté al inmenso vacío que cubría ya la fortaleza, y que produjo un denotable eco en mis palabras:


-¿Quién eres tú? ¿Quién eres tú? ¿Quién eres tú?

Salí finalmente de la Alhambra. Había sido el último en hacerlo, cuando ya el amanecer empezaba a vislumbrarse en el horizonte. Y allí, en la mismísma puerta por la que mi co-visitante había manifestado cuánto dolor sufrió quien tuvo que entregar el trono de Granada, la puerta de los “Siete velos”, alcancé a escuchar entre susurros: Aquí.